martes, 3 de abril de 2007

Muerte en el Pentagonito... Los cementerios secretos del Ejército Peruano


Ricardo Uceda


Ricardo Uceda ha dirigido importantes investigaciones periodísticas en el Perú, entre ellas la que descubrió los crímenes del Grupo Colina, un equipo del ejército peruano dedicado a realizar ejecuciones extrajudiciales en los años noventa.
Fue director del semanario Sí y jefe de la unidad de investigación del diario El Comercio. Actualmente dirige el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS).


Muerte en el Pentagonito es un libro publicado por Ricardo Uceda en el 2004 en el cual se narran los secretos militares de la lucha antiterrorista en el Perú.
Este libro describe todas violaciones a derechos humanos que el Ejército Peruano, a través del Servicio de Inteligencia, cometía en el lapso de los años 1982 hasta la caída del régimen Fujimontesinista en 1993, donde los culpables operativos de secuestros, detenciones extrajudiciales y matanzas fueron sentenciados por la justicia peruana y algunos responsables intelectuales de semejantes latrocinios consiguieron ser inmunes a ella a través de suspicacias legales que los mantienen de algún otro modo con beneficios penitenciarios o en algunos casos en situación de “no habidos”.

Jesús Sosa Saavedra es uno de ellos, ex miembro del Servicio de Inteligencia Militar cuya trayectoria de asesino empezó en el gobierno de Belaúnde, luego en el de Alan y finalmente en el de Fujimori. Es precisamente en base a este personaje que se desarrolla la narración pues se usan sus acciones como hilo conductor que permite fácilmente unir una violación de derechos humanos tras otra. Sosa quien fue también miembro del conocido Grupo Colina participó de todos y cada uno de los casos más sonados por la prensa nacional, como son Barrios Altos, La Cantuta, El Santa; así como las innumerables desapariciones de miles de personas en ayacucho.

Muerte en el Pentagonito no es más que la revelación, en base a testimonios y pruebas documentales, de que el sótano del Cuartel General del Ejército Peruano, conocido por todos como el Pentagonito, se convirtió en un cementerio donde secuestraban, torturaban e incineraban cadáveres en un horno que inicialmente se usaba para quemar la papelería del edificio.

No era raro encontrar el horno del pentagonito prendido a partir de medianoche y respirar menta y eucalipto en los alrededores, ya que eran las plantas encargadas de despistar el olor a carne chamuscada y quemada. El fuego no cesaba de arder hasta que los huesos se convirtieran en cenizas para luego ser recogidos en un costal y esparcidos en los jardines principales del cuartel del Ejército Peruano.


El libro se divide en 20 capítulos los cuales mencionaré solo algunos:

1. El primer Jesús Sosa

La historia de este capítulo se enmarca en el año 1982 tiempo en el que el Perú estaba siendo azotado por la feroz guerra del terrorismo que había atacado principalmente los andes peruanos y Ayacucho era el centro de operaciones de Sendero Luminoso.

Por ese motivo el entonces presidente del Perú, Fernando Belaúnde, decidió enviar un destacamento clandestino de agentes a Huamanga a fin de que (en forma encubierta) reúnan la mayor cantidad de información posible acerca de Sendero Luminoso. Los agentes no consiguieron mejor manera de hacerlo que haciéndose pasar por vendedores de ropas interiores lo cual les permitió estar en las plazas y calles conversando con la pobladores con la excusa de ofrecer sus productos, sin embargo era extraños para los ayacuchanos y sus verdaderas identidades como militares no tardo en descubrirse. Entre los enviados a huamanga estaba Jesús sosa Saavedra.

Al margen del inicio de las actividades del ejercito en supuesta defensa del Estado Peruano en este capítulo se destaca el gran cambio de personalidad que Jesús Sosa sufre pues de ser considerado por sus conocidos como un joven metódico, estudioso y poco violento se llegó a convertir en uno de los militares más despiadados, uno de los que no les temblaba la mano para matar de un tiro en la cabeza a un sospechoso, de incinerar sus cuerpos, de enterrarlos y desenterrarlos según convenga.

2. La retransmisión

Se retransmitió la Segunda Conferencia Nacional que Abimael Guzmán ofreció a sus colegionarios; en este capitulo se explica como el líder se Sendero Luminoso motivaba a sus camaradas a seguir en pie de lucha y programaba los ataques que seguían. Es en esta parte del libro en donde se conocen los nombres de los líderes senderistas así como de sus respectivos roles frente a los comités centrales y regionales en los que estaban divididos en todo el país.

En reuniones como estas se recriminaban fallas en los asaltos así como lo que ocurrió en el asalto a la cárcel de Huamanga donde se suponía que liberarían a sus camaradas. El plan inicialmente no funciono por la falta de confianza de uno de los dirigentes, pero, posteriormente consiguieron liberar a la mayoría.

3. La experiencia de matar

En 1983 todos los que más adelante formarían el Grupo Colina estaban en Ayacucho haciendo sus “pininos” como militares, Jesús Sosa, Ángel Pino, Hugo Coral, Julio Chuqui, Nelson Carvajal, Ángel Sauni y hasta Enrique Martín Rivas, quien sería el jefe prominente del Grupo Colina.

Por estas fechas ocurrió la matanza de periodistas en Uchuraccay en la que se sostenía que fueron confundidos como terroristas ya que los campesinos luego de matarlos a golpes y a machetazos mostraron a la policía una bandera roja con hoz y martillo que según ellos, los periodistas traían consigo.

Por otro lado, la primera experiencia de matar para Jesús Sosa llegó al victimar por mandato de su comandante a un detenido de Seccelambra en Ayacucho.

Sendero Luminoso por su parte realizaba la Tercera Conferencia Anual y decidió “escarmentar” a comunidades ayacuchanas que habían matado a senderistas y realizó tres sangrientas incursiones en Uchuraccay, en las que murieron unas cincuenta personas y en Lucanamarca (Huaychao) donde acuchillo a cuarenta y cinco pobladores mostrándose como una cruel organización criminal frente al país.
4. La isla de la fantasía
Denominación que le dieron a Totos, un pueblo ayacuchano pequeño cercano a Veracruz (otro pueblito en donde la actividad terrorista era continua).

A este lugar fue delegado Sosa a fin de relevar a un capitán por dos meses que después terminó en muchos más, en este lugar capitán Bazán, como era conocido José Sosa, produjo sus primeras torturas a sospechosos terroristas que eran capturados en los alrededores del destacamento, eran muy conocidos ya dos modalidades de tortura; una consistía en colgar a los detenidos de los antebrazos atados por atrás y otra, en sumergirles la cabeza en el agua, la colgada y la tina para decirlo en términos más conocidos. A las torturas le seguían los asesinatos, tiros en la cabeza y la desaparición de los cuerpos los cuales inicialmente eran arrojados a un barranco donde sería muy difícil encontrarlos o donde creaban la duda de ser victimas de los militares o de Sendero Luminoso.

Después de esta experiencia Sosa fue llamado para hacer otros interrogatorios seguidos de torturas asesinatos y desapariciones, así como para poner bombas y secuestrar personas. Todo ello lo había aprendido a la perfección. Sosa era el experto ejecutando detenidos.

5. La casa rosada

(Todavía enmarcados en el año 1983). La casa rosada era como se conocía a una sede del destacamento militar por el color de su fachada. Fue el lugar donde la rutina de buscar, interrogar y desaparecer terroristas adquirió mayor experiencia y admitió reajustes pragmáticos, por ejemplo los cadáveres no siempre desaparecían, exhibirlos también tenia sus ventajas. Primero los cadáveres eran arrojados a la quebrada el Infiernillo, luego al abismo de Huatatas.

Las víctimas en esta casa experimentaron nuevas modalidades de tortura como es la violación, inyección de veneno, tiro al blanco, desprendimiento de extremidades ,etc. las cuales son narradas con minuciosidad en este libro ya que según el autor, es la única manera de acercarse al menos un poco a los horrores de la guerra que se libró por esos años.

6. La ladrillera

(1985), Alan García asume el mando de Presidente la Republica. La desgracia cayó sobre la base los Cabitos de Ayacucho, el nuevo Presidente del Perú pedía un informe de todas las matanzas que habían sido comprobadas como responsable el ejército incluyendo Accomarca.

Se destituyó al general Mori, lo cual trajo preocupaciones a todos los militares quienes ya tenían en sus conciencias el entierro de cientos de muertos en los terrenos del Cabito convertido en un cementerio clandestino del cuartel. Para ese entonces Sosa ya estaba en Lima y fue llamado por el general Mori a fin de que integre un equipo de militares encargado de desenterrar y desaparecer los 500 muertos aproximadamente que se hallaban en los terrenos del cuartel. Temían ser descubiertos por el nuevo general que amenazaba investigar las denuncias de desapariciones.

Es así como todas las noches un grupo de militares se dedicaban a excavar y extraer cadáveres en descomposición para ser ordenados en grupos uno sobre otro o en partes y ser tirados a un horno de ladrillos que mandaron a hacer en el cuartel donde los quemaban hasta que los cuerpos se convertían en cenizas.

(1986), Lima empezó a padecer ataques en la ciudad, las cárceles estaban infestaban de sospechosos de terrorismo, los acusados morían en los penales, Lurigancho dejó como saldo más de treinta cadáveres amontonados en el piso del penal, lo mismo ocurrió en la matanza del Frontón y todos los casos de terrorismo que conocemos gracias a los medios de comunicación y que considero ningún peruano debe de desconocer a fin de que se forme un juicio al respecto y conozca de todas las violaciones que se cometieron por esos años no solo por parte del Ejército Peruano sino también por el grupo terrorista Sendero Luminoso, así como del MRTA.

Muerte en el Pentagonito narra muchos casos más de muertes y desapariciones, narrarlas aún resumidas en este block estoy segura que me llevaría a omitir muchos datos importantes, lo ideal es que los peruanos nos animemos a conocer nuestro pasado que, a mi parecer, puede volver al presente en cualquier momento.
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